Manuel CEBERIO RODRÍGUEZ
Elisa QUEREJETA
Estas fotografías inéditas y reunidas en un álbum que pertenecen a la primera campaña de investigaciones sobre el yacimiento de las cuevas de Aitzbitarte, llevada a cabo por el Modesto del Valle Inzaga, Conde de Lersundi en los meses de mayo, junio y julio del año 1892, son a nuestro parecer de extraordinario interés tanto para la historia de la fotografía como para la historia de la arqueología en el País Vasco.1
Las cuevas de Aitzbitarte, localizadas en el monte Aizpitarte2 de Errenteria, y también conocidas como de Landarbaso por el arroyo y paraje cercanos, ofrecen importantísima documentación histórica tanto por el depósito arqueológico que contienen (albergan un importante yacimiento), como por el propio desarrollo de su estudio, hito en las investigaciones prehistóricas vascas.
Ya sea para los cazadores paleolíticos como para los excursionistas y curiosos actuales, durante miles de años éstas cavidades han sido objeto del interés del ser humano. Por ello no es de extrañar que hayan sido asociadas a diferentes leyendas3 y a otras cuevas del país.
Por otra parte, si bien las más conocidas son las cuevas de Aitzbitarte I, II, III, IV y V, hay que decir que todas ellas se ubican en un sistema kárstico en el que se han identificado hasta 35 cavidades de diferentes características4, y de las que componen el conjunto, son la II, III, IV, V y la IX las que presentan un interés arqueológico, aunque en investigaciones futuras el número seguramente aumentará.
Las primeras excavaciones en el lugar las dirigió en 1892 Modesto del Valle Inzaga, Conde de Lersundi, y se trata de investigaciones pioneras sobre el Paleolítico en el País Vasco (contexto de las fotografías). Hay que señalar que ésta intervención fue realizada como una simple extracción de materiales arqueológicos, sin registrar dónde aparecían los materiales.
Posteriormente, el conservador del Museo Municipal de San Sebastián, Pedro Manuel de Soraluce, realizó catas en las cavidades entre 1896 y 1901, practicando en 1902 excavaciones en Aitzbitarte III y IV junto a Gonzalo de Reparaz y Rotondo Nicolau5. En 1908, y si bien no consta más que como visita6, Telesforo de Aranzadi, Pedro Manuel de Soraluce y Modesto del Valle Lersundi, debieron realizar trabajos en las cuevas, al menos en Aitzbitarte V, donde practicaron una cata7.
Soraluce trató de que los grandes investigadores del momento estudiaran las cuevas, interés que atrajo a personajes como Édouard Harlé, Hugo Obermaier y Jean Bouyssonie en 1909, o Henri Breuil en 1911 y 1917, cuando realizó nuevos descubrimientos. El mismo rey Alfonso XIII llegó a visitar las cuevas.
A este respecto hay que decir que probablemente la historia y fama de las cuevas de Aitzbitarte habría sido otra si hubiese fructificado el convenio, cuyas bases redactaron Obermaier y Bouyssonie en 1909, por el cual el Institut de Paléontologie Humaine de Paris, fundado por Alberto I de Mónaco, realizaría investigaciones científicas8. Sin embargo, el Instituto terminaría desarrollando excavaciones en la cueva de El Castillo (Cantabria).
En 1950 J. Gómez de Llarena, P. Rodríguez de Ondarra y M. Ruiz de Gaona excavaron en Aitzbitarte III, pero no se encontraron restos de interés9.
Por diferentes motivos, y a pesar de los intentos de Soraluce y de las afirmaciones de Henri Breuil a J.M. Barandiaran acerca de la importancia del yacimiento arqueológico y de la idoneidad de su excavación10, no fue hasta 1960 cuando se realizaron las primeras excavaciones científicas y sistemáticas. Entre 1960 y 1964 J.M. Barandiaran excavó la cavidad de Aitzbitarte IV, y entre 1985 y 2002 en Aitzbitarte III bajo la dirección de Jesús Altuna.
Después de las investigaciones arqueológicas realizadas en las cuevas principales, el descubrimiento en 2013 de pinturas paleolíticas por Diego Gárate y Joseba Ríos en Aitzbitarte IV puso a las cuevas de Landarbaso en el mapa de las cavidades con arte rupestre11.
Finalmente, y para nuestra sorpresa, el descubrimiento en 2015 de grabados paleolíticos por Diego Gárate, Joseba Ríos y miembros del grupo Félix Ugarte en las cavidades de Aitzbitarte III, V y IX convierten al conjunto en único en la Península Ibérica12.
Los restos identificados en el complejo de Aitzbitarte son fundamentalmente líticos y óseos. Se han recuperado desde artefactos y restos de diferentes actividades humanas, hasta arte parietal, lo que es muestra de su importancia para el estudio de la Prehistoria peninsular.
Los depósitos arqueológicos identificados en las excavaciones sistemáticas señalan que la cavidad de Aitzbitarte III presenta ocupaciones del Paleolítico Superior (Gravetiense y Auriñaciense), lo mismo que Aitzbitarte IV (Magdaleniense, Solutrense y Auriñaciense), que presenta además Aziliense, ofreciendo así una cronología de hace entre 35.000 y 10.000 años13.
En cuanto al arte parietal, los grabados de cabras, bisontes y caballos localizados en las cavidades, ofrecen una cronología de hace 14.500-12.500 años (Magdaleniense Medio) en la cueva de Aitzbitarte V, y de hace 28.000-20.000 años (Gravetiense) en Aitzbitarte III y IX. Estos últimos restos son los primeros grabados gravetienses en el Cantábrico, presentando paralelos únicamente en el Pirineo14.
Las dos fotografías que mostramos adjuntas en este texto pertenecen a un álbum de tapas de color encarnado de formato apaisado y dividido en hojas, propiedad de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Tienen un tamaño de 12 x 17 cm y llevan el título: “Primera expedición a las cuevas de Aitz – Bitarte, junio 1892”, y “Andrea baso, camino de las cuevas”, respectivamente, manuscrito en la zona inferior. Se trata de dos copias a la albúmina y en la segunda de ellas se aprecia el reborde en negro del positivado por contacto de las mismas.
Foto 1. Rogelio Gordón García Rovés. “Primera expedición a las cuevas de Aitz-Bitarte, junio 1892” papel albúmina, 12 x 17 cm.
Se trata —como hemos señalado— de dos fotografías inéditas de la primera campaña de investigaciones sobre el yacimiento de las cuevas de Aitzbitarte llevada a cabo por el Conde de Lersundi en los meses de mayo, junio y julio del año 189215, cuya memoria publicada en Euskal Batzarre hace mención a la autoría, a las características de la investigación y a las personas que la protagonizaron:
Debido a este resultado y por iniciativa de nuestros consocios D. Rogelio Gordón; a cuya bondadosa eficacia se deben las fotografías que se acompañan, de D. Ángel de Larrinua, y de D. Ramón Luis de Camio, formóse nuestra Sociedad, y como por prescripción reglamentaria me correspondiese a mí dirigir la primera expedición, obedeciendo a indicaciones de otros socios realicé ésta visitando dichas cuevas en unión de las Sres. D. Mariano de Areizaga, D. Javier Resines, D. José de la Quintana, D. Sabino Ucelayeta, D. Modesto Aguirrezabala, D. Félix Iturriaga, D. Francisco Jornet, D. Manuel Lizarriturri, D. Eugenio Londaiz, D. Francisco Ruiz Dana, D. José Alonso Zabala, Sr. Conde de la Vega del Sella, D. Rafael de Urbina, D. José Peña, D. Inocencio Soraluce, el día 29 de Junio último, [...]. San Sebastián 30 de Julio de 1892 POR EL PRESIDENTE D. Modesto del Valle Iznaga Conde de Lersundi.
El álbum recoge un total de 10 imágenes pertenecientes al mismo tema, y el autor es Rogelio Gordón, del que ya hicimos mención en varios artículos anteriormente16 y que aquí vuelve a aparecer como pintor naturalista y fotógrafo en este caso, muy ligado a Bascongada, a la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Gipuzkoa, y posteriormente al nuevo Museo Municipal de San Sebastián, creado por iniciativa de los dos anteriores y el ayuntamiento de la ciudad.
Las fotografías aquí presentes están sacadas con una cámara de fuelle fácilmente transportable y están positivadas en papel albuminado. La autoría es de Rogelio Gordón García Rovés, pintor naturalista, profesor y director de la Escuela de Artes y oficios de San Sebastián, contemporáneo y amigo de Joaquín Sorolla, Ignacio Ugarte, Darío de Regoyos, Antonino Aramburu, José Echenagusia, Alejandrino Irureta... y toda la generación de pintores guipuzcoanos de finales del siglo XIX que como la mayor parte de los artistas de la época usaban la fotografía como herramienta auxiliar en sus trabajos.
Por otra parte y en cuanto a la relación fotografía arqueología, hemos de señalar que la fotografía se aplicó desde muy pronto a las campañas arqueológicas en el siglo XIX y fue muy positivamente valorada ya que ofrecía una mayor exactitud que el dibujo tradicional.
Así, una de las primeras intervenciones de la fotografía en arqueología prehistórica fue la realizada por Boucher de Perthes17, en Abbeville, Francia, cuando tras ponerse en cuestión el hallazgo de material prehistórico en el yacimiento se hubo de recurrir a una fotografía del corte estratigráfico en el que habían aparecido los útiles para demostrar la veracidad del descubrimiento.
En España, el binomio fotografía y patrimonio empieza a materializarse con el trabajo de viajeros como Théofile Gautier, que fotografió el Patio de los Leones en la Alhambra de Granada en fecha muy temprana, 1840, o con fotógrafos como Jean Laurent, o Charles Clifford, que realizaron numerosas fotografías de monumentos importantes del país.
Se abría con ellos la llamada “ruta romántica” de moda en Europa en aquellos años.
En el caso que nos ocupa, las imágenes (fachadas, escudos, monedas, piedras, etc. con carácter ilustrativo) eran sacadas por miembros de las distintas Comisiones de Monumentos Históricos y Artísticos por todo el territorio español que dependían de la Real Academia de la Historia. Eran sus miembros quienes enviaban los informes del trabajo de campo a Madrid, muchos de ellos acompañados de fotografías.
Foto 2. Rogelio Gordón García Rovés. “Andrea baso, camino de las cuevas”, papel albúmina, 12 x 17 cm.
En esta ocasión sin embargo, y he aquí la particularidad y la belleza del caso, vemos que mientras la imagen de grupo de la entrada de la cueva recoge a los distintos participantes de la expedición y es un apunte ilustrativo del evento, la segunda de las imágenes es un precioso paisaje —típico del autor—, en el que nos muestra: el alto de Txoritokieta (Errenteria) al fondo, delante el paraje de Listorreta, el arranque del camino de subida hacia las cuevas y a la izquierda la ladera de Igorin. Una imagen altamente evocadora, del estilo paisajístico del pintor Rogelio Gordón en aquellos años.
1 Trabajo en estudio para publicación más extensa.
2En su denominación oficial: VV.AA.: Toponimia de Errenteria, 2003.
3A este respecto J.M. Barandiaran hace una relación de las leyendas vinculadas a las cavidades de Aitzbitarte (BARANDIARAN, J.M.: “Excavaciones en Aitzbitarte IV. Trabajos de 1960”. Munibe 13, 1961: págs. 184 y 186).
4GALÁN, C.; GOIKOETXEA, I; ZUBIRIA, R.: Catálogo Espeleológico de Gipuzkoa. Base de datos: http:
//www.aranzadi.eus/catalogo-espeleologico
5BARANDIARAN, op. cit., pág. 190.
6Ibíd., pág. 191
7 Como ya señalamos en 2011, ésta es nuestra opinión según se desprende de los restos existentes y una inscripción que realizaron con carbón ellos mismos y que aún hoy se conserva (TAPIA, J.; CEBERIO, M.: “Los yacimientos en cueva de Gipuzkoa. Un balance de su estado de conservación”. Munibe 62, 2011, pág. 512).
8BARANDIARAN, op. cit., pág. 191.
9ALTUNA, J.; MARIEZKURRENA, K.; RÍOS, J.: “Ocupaciones humanas en Aitzbitarte III (País Vasco) 33.600-18.400 BP (Zona de entrada a la cueva)”. EKOB 5, 2011, pág. 18
10BARANDIARAN, op. cit., pág. 191.
11 GARATE MAIDAGAN, D.; RÍOS-GARAIZAR, J.; RUIZ REDONDO, A.; TAPIA SAGARNA, J.: “Evidencias de arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte IV (Errenteria, Gipuzkoa)”. Munibe 64, 2013
13GARATE MAIDAGAN, op. cit.
14GARA, op. cit.
15Conde Lersundi. Memoria de la primera expedición a las cuevas de Aitzbitarte. 30 julio 1892.
16 www.euskonews.com/0676zbk/gaia67603es.html www.euskonews.com/0666zbk/gaia66604es.html
17Gonzalez Reyero, S: “Los usos de la fotografía en la arqueología moderna. 1850-1914.” CuPAUAM 27, 2001, pp. 163-182
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